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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Breve Explicación de Los Eguns o Egunguns (Santería Afrocubana).

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Breve Explicación de

Los Egúns o Egúnguns

(Santería Afrocubana).


egungun yoruba Los muertos o espíritus de los antepasados que nos rodean (Egúns) deben de estar atendidos y conformes, por lo cual se les respeta tanto como a los SANTOS u orishas (Òrìsàs).
La reverencia a los antepasados es uno de los pilares de las religiones africanas.
En la religión Yorubá el muerto pare al santo (ikú lobi ocha) y antes de invocar y pedir permiso “algunos lo llaman moyugbar” y saludar a los orishas (Òrìsà) hay que invocar a los muertos o antepasados (Egúns).
Esto se debe a que todos los orishas (Òrìsàs) fueron seres vivos originalmente como los santos católicos y después de muertos se les da el titulo de santo por la vida que supieron llevar aquí en la tierra, tal es el caso del orisha (Òrìsà) Changó (Sàngó)  que fue cuarto rey de Oyó la actual Nigeria.
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Los Egguns (Egúns) comen antes que Elegguá (Esù) y separados de los orishas (Òrìsàs).
En determinadas ceremonias se les ofrenda una vela, coco, (obi) en nueve pedacitos que es la marca de el muerto, agua fresca (omi tutu), aguardiente (otí), café (omi bona), tabaco (achá), pimienta de guinea (ataré), y se utiliza la cascarilla (efún).
Esta ofrenda se sitúa en el piso fuera de la casa o en un vertedero o caño interior de no existir patio y se dispone dentro de un círculo o rectángulo (atena) dibujado con cascarilla en cuyo interior se  dibujan signos y firmas.
La ceremonia se inicia con la moyugba correspondiente y la declaración del sentido de la ofrenda.
Esto se puede realizar mientras se les brinda coco fresco a los muertos lo cual se hace en pequeños pedazos que se tiran hacia el interior de la figura trazada en el piso diciendo alfaba iku, alafaba ano.............      Esta ofrenda es obligatoria cuando se va a sacrificar un animal de dos o cuatro patas.
Al terminar se preguntará a los Egúns o Egúngun si recibieron la ofrenda, si dan su conformidad y hacia donde se llevan los residuos.
Esto se hará con cuatro pedazos de coco fresco según las reglas para la lectura del coco y uno de testigo por si se rompe alguno de los pedazos que se tiran y se hace de espalda al eggun (Egún).
Otros religiosos plantean que los muertos no deben comer en el interior de las casas por lo que su comida se les servirá en el patio y lejos de la vivienda.
A los muertos se les puede ofrecer agua, pan, bebida, tabaco y alimentos cocinados sin sal lo cual puede ser la comida que prefería el difunto si la ofrenda es para un muerto determinado.
Todo esto se sitúa en un plato roto y se encenderá una vela; al día siguiente se hace la moyugba y se pregunta mediante los cocos el que camino coje la comida,
esto puede ser en la manigua o monte, en la basura, en una loma, en el río, y así sucesivamente.
Los presentes en estas ceremonias con los muertos deben ser marcados con una cruz de cascarilla en la frente como protección.
Las flores constituyen una ofrenda que algunos oficiantes (olochas) emplean debido a la esencia que es un fluido espiritual.
Cuando el alma de un difunto, a pesar de estar bien atendido, ofrece su presencia continuamente, Oyá-Yansa (dueña y portera del cementerio) ordena que se haga una hoguera en el patio porque el fuego asusta a los muertos y los aleja aunque no los quema.
En el espiritismo o parte espiritual el tratamiento que se le brinda a los espíritus es distinto, varía de acuerdo a que sea espiritismo puro o influido por Ocha (Òósá), el Palo Mayombe o palo Monte, u otra religión.
En algunos casos los espíritus se atienden con una bóveda espiritual que se montan más o menos compleja según lo requiera el cuadro espiritual de la persona.
En una de las copas de agua que conforman la bóveda se colocará un crucifijo.
Un espiritista será quien determine la conformación definitiva de la bóveda y la podrá abrir en una sesión espiritual que se realizará en el lugar.
La bóveda espiritual contribuye a fortalecer a los guías y protectores de la persona, que pueden ser conocidos o no y entre los cuales se incluyen sus familiares muertos.
Cuando un creyente desconoce su cuadro espiritual puede invocar a sus protecciones con nombres temporalmente asignados hasta investigar.
Una atención a los espíritus está constituida por el vaso o copa  de agua o "asistencia" que se les dedica.
En estos vasos no se deben colocar flores aunque algunos olochas lo hacen.
En el espiritismo más puro, la ceremonia de invocación se hace mediante oraciones y cantos.
Son muy utilizadas las oraciones al Ángel de la Guardia, a los guías y protectores según los preceptos Cardecianos.
En el espiritismo practicado en Ocha (Òósáse utiliza el vaso de agua, el agua bendita, perfume, velas, flores y determinadas hierbas para despojos.
También se puede emplear la cascarilla como filtro protector así como el tabaco y el aguardiente según los gustos del muerto.
En algunas sesiones espirituales a las personas que se les incorporan entidades espirituales se les llama instrumentos o caballos, o sea, pasan o montan muertos, piden tabaco y aguardiente al ser poseídas los cuales habrá de tenerse a mano.
En el campo espiritual también se emplean la misa espiritual y la misa católica en la iglesia. Ambas formas se emplean para darle luz a los muertos y elevarlos.
Si hay daño por un muerto oscuro o uno enviado desde un "caldero de palos o mayombe”, este debe ser eliminado primero en su aspecto espiritual mediante recogimientos, despojos, pasar el muerto, misas, etc.
y después hacer el rompimiento en el campo material con ebbos (ebo), purificaciones, baños y paraldos.
La relación entre el espiritismo y la religión Yorubá y lucumi es muy estrecha porque sin 
la atención a los muertos nada sale bien pues el muerto es primero
“Maferefún   egguns"

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martes, 11 de agosto de 2009

MITOS OYA (Oia,Iansa)Y EGUM (Egun)

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MITOS OYA (Oia,Iansa)Y EGUM (Egún)

Oya no podía tener hijos y fue a consultar a Ifa. Este le dijo, entonces, que si ofreciera sacrificios,egunguns podría tenerlos. Uno de los motivos por los cuales no tenía todavía era porque ella no respetaba su prohibición alimentaria, que prohibía comer carne de carnero.
El sacrificio sería de 18.000 caracoles de mar (el pago), muchas telas coloridas y carne de carnero. Con la carne preparó un remedio para que ella lo comiera; y nunca más debería comer de esa carne. En cuanto a las telas, deberían se entregadas como ofrenda.
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Ella así lo hizo y, tiempo después, dio a luz nueve hijos (número místico de Oyá).
De ahí en adelante ella también pasó a ser conocida por el nombre de "Iyá omo mésan", que quiere decir "la madre de nueve hijos" y que se aglutina como "Iyansan".
Hay otra leyenda para explicar el mito de Iansã. En cierta época, las mujeres eran relegadas a un segundo plano en sus relaciones con los hombres. Entonces ellas resolvieron castigar a sus maridos, pero sin ningún criterio o límite, abusando de esta decisión, humillándolos en demasía.
Oya era la líder de las mujeres, que se reunían en el bosque. Oya había domado y entrenado un mono marrón llamado ijimerê (en Nigeria). Utilizó para ello una rama de atori (ixã en el candomble) y lo vestía con una ropa hecha de varias tiras de tela colorida, de modo que nadie veía el mono debajo de las telas.
Siguiendo un ritual, mientras Oya blandía el ixä en el suelo el mono saltaba de un árbol y aparecía de forma alucinante, moviéndose como fuera entrenado para hacerlo. De este modo, durante la noche, cuando los hombres pasaban por ahí, las mujeres (que estaban escondidas) hacían aparecer el mono y ellos huían totalmente asustados.
Cansados de tanta humillación, los hombres fueron con un Babaláwo para intentar descubrir lo que estaba sucediendo. A través del Oraculo de Ifá, y para castigar a las mujeres, el Babaláwo les cuenta la verdad y les enseña como vencer a las mujeres a través e sacrificios y astucia.
Ògún fue el encargado de la misión. El llegó al lugar de las apariciones antes que las mujeres. Se vistió con varias telas, quedando totalmente cubierto y se escondió. Cuando las mujeres llegaron, apareció súbitamente, corriendo, gritando y blandiendo su espada por los aires. Todas huyeron desesperadas, inclusive Oya.
Desde entonces los hombres dominaron a las mujeres y las expulsaron para siempre del culto de Egún; hoy, ellos son los únicos autorizados para invocarlo y venerarlo. Pero, aún así, ellos rinden homenaje a Oya, en su calidad de Igbalé, como creadora del culto de Egún
Conviene hacer notar que, en el culto, Egún nace en la selva (igbo igbalé). En Brasil, en el ilê awo, él nace en el cuarto de balé, donde son colocadas ofrendas de comidas y realizadas ceremonias a los Egúns.
Oya también es venerada como madre y reina de Egún, como Oya Igbalé. Y, como nos explica la leyenda, Oya, la selva y el mono están íntimamente ligados al culto, inclusive en relación a la voz del mono como forma de hablar del Egún.

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viernes, 10 de julio de 2009

El Culto de Eguns o Egunguns en el Candomble.

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El CULTO DE EGUNS EN EL CANDOMBLÉ

egungun2Los negros yorubas originarios de Nigeria trajeron a Brasil el culto de sus ancestrales, llamado Eguns o Egúnguns.
En Itaparica (BA), dos sociedades perpetúan esa tradición religiosa.

(Revista Planeta n.º - marzo del 86).

Los cultos de origen africano llegaron junto con los esclavos a Brasil.
Los “yorubas“- uno de los grupos étnicos de Nigeria, resultado de varias agrupaciones tribales, tales como Ketu, Oyó, Ijexá, Ifan e Ifé, de fuerte tradición, principalmente religiosa - nos enriquecieron con el culto de divinidades denominadas genéricamente de orixás.
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(1 - por razones gráficas y para facilitar la lectura, los términos en idioma yoruba fueron portuguesadas ciertas palabras del culto. Ej.: Òrìsà= orixá.)
Esos negros “yorubas” no sólo adoran y rinden culto a sus divinidades, sino también a sus ancestrales, principalmente los masculinos.
La muerte no es el punto final de la vida para el yoruba, porque él cree en la reencarnación (àtúnwa), es decir, la persona renace del mismo seno familiar al cual pertenecía; ella revive en uno de sus descendientes.
La reencarnación se realiza en ambos sexos; es un hecho terrible y penoso para ellos no reencarnar.
Los muertos del sexo femenino reciben el nombre de Iami Agbá (mi madre anciana según el culto candomble), pero ellos no son individualmente venerados.
Su energía como ancestral se aglutina de una manera colectiva y es representada por Iami Oxorongá(denominado así por el culto candomble en IFA tradicional es conocido como ÌYÁÀMI ÒSÒRÒNGÁ), también llamada: Iá Nlá, la gran madre.
Esta inmensa masa de energía que representa el poder de la ancestralidad colectiva de lo femenino es venerada por la "Sociedad Geledê", compuesta exclusivamente por mujeres, y sólo ellas detectan y manipulan este peligroso poder.
El miedo del enojo de Ìyáàmi en las comunidades es tan grande que, en las fiestas anuales en Nigeria en honor al poder femenino ancestral, los hombres se visten de mujer y usan máscaras con características femeninas, bailan para calmar el enojo y mantener, entre otras cosas, la armonía entre el poder masculino y el femenino.
Además de la Sociedad Geledê, existe también en Nigeria la Sociedad Oro.
Éste es el nombre dado al culto colectivo de los muertos masculinos cuando no son individualizados.
Oro es una divinidad así como ÌYÁÀMI ÒSÒRÒNGÁ, siendo considerado el representante general de los antepasados masculinos y venerado solamente por hombres.
Tanto Ìyáàmi cuanto Oro son manifestaciones del culto a los muertos.
Son invisibles y representan a la colectividad, pero el poder de Ìyáàmi es más grande y, por consiguiente, mas controlado, inclusive, por la Sociedad Oro.
Otra forma, y más importante de culto a los ancestrales masculinos, es elaborada por las " Sociedades Egúnguns."
Éstas tienen como finalidad celebrar ritos a hombres que fueron figuras destacadas en sus sociedades o comunidades, cuando vivos, para que ellos continúen presentes entre sus descendientes de forma privilegiada, manteniendo en la muerte su individualidad.
Estos muertos aparecen de manera visible pero camuflado, la verdadera respuesta religiosa de la vida después de la muerte, denominada Egun o Egúngun.
Sólo los muertos del sexo masculino hacen apariciones, porque sólo los hombres poseen o mantienen la individualidad; a las mujeres le es negado este privilegio, así como el de participar directamente del culto.
Esos Eguns son venerados de forma adecuada y específica por su sociedad, en lugares y templos con sacerdotes diferentes de los de los orixás u Òrìsàs.
Aunque todos los sistemas de sociedad que conocemos sean diferentes, el conjunto forma una sola religión: la yoruba.
En Brasil existen dos de esas sociedades de Egúngun, cuyo tronco común se remonta al tiempo de la esclavitud: Ilê Agboulá, la más antigua, en Ponta de Areia, y una más reciente y ramificación de la primera, o Ilê Oyá, ambas en Itaparica, Bahia.
El Egum es la muerte que vuelve a la tierra en forma espiritual y visible a los ojos de los vivos. Él "nace" a través de ritos que su comunidad elabora y de las manos de los Ojé (sacerdotes), unidos de un instrumento invocatorio, un bastón llamado "ixã", que, tocando en la tierra 3 veces y acompañado de palabras y gestos rituales, hace que la "muerte se transforme en vida", y el Egúngun ancestral individualizado esté de nuevo "vivo".
La aparición de los Eguns está rodeada de misterio, diferente al culto de los Òrìsàs, en el cual el trance se sucede durante las ceremonias públicas, delante de ojos profanos, de fieles y de iniciados.
El Egúngun simplemente surge en el salón, causando impacto visual y usando la sorpresa como rito.
Se presenta con una forma corporal humana totalmente recubierta por una ropa de tiras multicolores, que caen desde la parte superior de la cabeza formando una gran cúmulo de telas, debajo de la cual no se ve ningún vestigio de lo que es o de quien está bajo esa ropa.
Habla con una voz gutural, inhumana, ronca y, a veces, aguda, metálica y estridente - característica de Egun, llamada de séègí o de sé, y que está relacionada con la voz del mono marrón, llamado ijimerê en Nigeria.
Las tradiciones religiosas dicen que bajo la ropa está solamente la energía del ancestral; otras corriente afirman que bajo las telas está algún meriwo (iniciado en el culto de Egun) bajo trance.
Pero, contradiciendo la ley del culto, los mariwo no pueden caer en trance, de cualquier tipo que sea.
Sea como sea, Egun está entre los vivos, y no se puede negar su presencia, energética, pues las ropas están allí y ahí está el Egun.
La ropa del Egun - llamada de eku en Nigeria o opá en Bahía - o el Egúngun propiamente dicho, es altamente sacra y sacrosanta y, por dogma, ningún ser humano puede tocarla.
Todos los mariwo usan el ixã para controlar a la muerte, allí representada por los Eguns.
Ellos y los asistentes no deben tocarse, pues, como se dice en los dichos populares de esas comunidades, la persona que sea tocada por Egum se cargará negativamente y el peligro la rondará.
Esa persona deberá pasar por varios ritos de purificación para alejar los peligros de enfermedades o, tal vez, la propia muerte.
el Egun es la materialización de la muerte bajo las tiras de tela, y el contacto, aún un simple toque al pasar de esas tiras, es perjudicial E inclusive los sacerdotes más calificados - como los ojé atokun, que invocan, guían y celan a uno o más Eguns - desempeñan todas esas atribuciones sustituyendo la manos por el ixã.
Los Egum-Agbá (anciano), también llamados de Babá-Egum (padre), son Eguns que ya tuvieron sus ritos completos y permiten, por eso, que sus ropas sean más completas y sus voces sean liberadas para que ellos puedan conversar con los vivos.
Los Apaaraká son Eguns mudos y sus ropas son las más simples: no tienen tiras y parecen un cuadro de género con dos pantallas, una adelante y la otra atrás.
Esos Eguns todavía están en proceso de elaboración para alcanzar el status de Babá; son traviesos e imprevisibles, asustan y causan terror a la gente.
El eku de los Babá está dividido entres partes: el Abalá, que es un armazón cuadrado o redondo, como si fuese un sombrero que cubre totalmente la extremidad superior del Babá, y de la cual caen varias tiras de telas coloridas, formando una especie de volados con tiras a su alrededor; el kafô, una túnica de mangas que acaban en guantes, y piernas que acaban igualmente en zapatos; y el banté, que es una tira de tela especial agarrada en el kafô e individualmente decorada y que identifica al Babá.
El banté, que fue previamente preparado e impregnado de axé (fuerza, poder, energía transmisible y acumulable), es usada por el Babá cuando está hablando y bendiciendo a los fieles.
Él lo sacude en dirección a la persona y hace gestos con las manos que simulan el acto de agarrar algo, en ese caso el axé, e incorporarlo.
Al contrario del toque en la ropa, este acto es altamente benéfico. En Nigeria, los agbé-Egun llevan el mismo tipo de ropa, pero con algunos aditamentos: unos usan sobre el alabá, mascaras esculpidas en madera llamadas erê Egúngun ; otros, entre los albá y el kafo, usan pieles de animales; algunos Babá portan en la mano el opá iku y, a veces, el ixá. En estos casos, la ira de los Babás es representada por esos instrumentos litúrgicos.
Existen varias calificaciones de Egun, como Babá y Apaaraká, según los ritos, y entre los Agbá, según sus ropas, parámetros y maneras de comportarse. Las calificaciones, en verdad, son extensas.
En las fiestas de Egúngun, en Itaparica, el salón público no tiene ventanas, y, después que los fieles entran, la puerta principal se cierra y sólo se abre al final de la ceremonia, cuando el día ya está clareando.
Los Eguns entran en el salón a través de una puerta secundaria y exclusiva, único lugar de unión con el mundo externo.
Los ancestrales son invocados y ellos rondan por los espacios físicos del lugar.
Varios amuxã (iniciados que portan el ixã) funcionan como guardias esparcidos por el lugar y en sus límites, para evitar que algunos Babá o los peligrosos Apaaraká escapen a los ojos atentos de los ojés, salgan del espacio delimitado e invadan los alrededores no protegidos.
Los Eguns se invocan en otra construcción sacra, cerca pero separada del gran salón, llamada de ilê awo (casa del secreto), en Bahia y igbo igbalé (bosque de la selva), en Nigeria. El ilê awo está dividido en una antesala, donde solamente los ojé pueden entrar, y el lèsànnyin o el ojê agba entran.
Balé es el lugar donde están los idiegungum, los asentamientos - estos son elementos litúrgicos que, asociados, individualizan e identifican el Egun allí venerado - y el ojubô-babá, que es un agujero hecho en la tierra, rodeado de varios ixã, los cuales, parados, delimitan el lugar.
En los ajubô se colocan ofrendas de alimentos y sacrificios de animales para el Egun que es venerado o invocado.
En el ilê awo también está el asentamiento de la divinidad Oyá, en su cualidad de Igbalé, o sea, Oyá Igbalé - la única divinidad femenina venerada, simultáneamente, por los adeptos y por los propios Eguns.
En el balé los ojê atokun van a invocar el Egun elegido directamente en el asentamiento, y es en este lugar que el awo (secreto) - el poder y el axé de Egum - nace a través del conjunto ojê-ixã/idi-ojubô.
La ropa toma cuerpo y Egum se torna visible a los ojos humanos.
Después que salen del ilê awo, los Eguns son conducidos por los amuxã hasta la puerta secundaria del salón, entrando en el lugar donde los fieles los esperan, causando espanto y admiración, pues ellos llegaron allí llevados por las voces de los ojê, por el sonido de los amuxã, blandiendo los ixã por el suelo y a los gritos de saludo y repiques de los tambores de los alabê (tocadores y cantadores de Egum). El clima es realmente perfecto.

El espacio físico del salón se divide en sacro y profano.

El sacro es la parte donde están los tambores y sus alabê y varias sillas especiales previamente preparadas y elegidas, en las cuales los Eguns, después de danzar y cantar, descansan por algunos momentos en compañía de otros, sentados o caminando, pero siempre unidos, el mayor tiempo posible, con su comunidad.
Este es el objetivo principal del culto: unir los vivos con los muertos.
En esta parte sacra, las mujeres no pueden entrar ni tocar las sillas, pues el culto es totalmente restricto a los hombres.
Pero existen raras y privilegiadas mujeres que son la excepción, como si fuese la propia Oyá; ellas son generalmente iniciadas en el culto de los Òrìsàs y poseen simultáneamente ojê (puesto y cargo jerárquico) en el culto de Egun - estas posiciones de gran relevancia causan envidia a la comunidad femenina de fieles.
Son estas mujeres que celan por el culto, fuera de los ministerios, confeccionando las ropas, manteniendo el orden en el salón, respondiendo a todos los cánticos y conduciendo algunos especiales, en los que solamente ellas tienen el derecho de cantar a los Babá.
Antes de iniciar los rituales para Egun, ellas hacen una ronde para danzar y cantar en honor a los Òrìsàs, después de este saludo ellas permanecen sentadas con las otras mujeres.
Ellas funcionan como eslabón de unión entre los atokun y los Eguns al transmitir sus mensajes a los fieles.
Ellas conocen todos los Babá, sus modos de ser y sus manías, y saben como agradarlos.
Este espacio sagrado es el mundo del Egun en los momentos de encuentro con sus descendientes.
La gente está separada de este mundo por los ixã que los amuxã colocan estratégicamente en el suelo, haciendo así una división simbólica y ritual de los espacios, separando la "muerte" de la "vida".
Es a través del ixã que se evita el contacto con el Egum: él respeta totalmente el precepto, es el instrumento que los invoca y los controla.
A veces, los mariwo son obligados a detener el Egum con el ixã en el pecho, tal es la voluptuosidad y la tendencia natural que él tiene de ir al encuentro de los vivos, siendo preciso, una que otra vez, que el propio atokun tenga que intervenir rápida y ríspidamente, pues es el ojê que por el cela y lo invoca, por el cual él tiene gran respeto.
El espacio profano se divide en dos lados:
A la izquierda están las mujeres y niños y a la derecha, los hombres.
Después que Babá entra en el salón, comienza a cantar sus cánticos preferidos, porque cada Egun en vida pertenecía a determinado Òrìsà.
Como dice la religión, toda persona tiene su propio Òrìsà y esta característica se mantiene en el Egun.
Por ejemplo: si alguien en vida pertenecía a Sàngó, cuando muere y viene con Egun, él tendrá en sus vestiduras las características de Sàngó, tirando a los colores rojo y blanco. Portará un oxê (hacha de lámina doble), que es su insignia, pedirá a los alabês que toquen el alujá, que también es el ritmo preferido de Sàngó, y danzará al son de los tambores y de las palmas entusiastas y excitadamente marcadas por los oiê femeninos, que también responderán a los canticos y exigirán la misma animación de las otras personas allí presentes.
Babá también danzará y cantará sus propias músicas, después de haber tocado a todos y ser bastante reverenciado.
Conversará con los fieles, hablará en un posible yoruba arcaico y su atokun funcionará como traductor.
Babá-Egun comenzará preguntando por sus fieles más frecuentes, principalmente por los oiê femeninos; después por los otros y finalmente será presentado a las personas que están allí por primera vez.
Babá estará orientando, bendiciendo y castigando, si fuera necesario, haciendo el papel de una verdadero padre presente entre sus descendientes para aconsejarlos, manteniendo así la moral disciplina común a sus comunidades, funcionando como verdadero mediador de las costumbres y de las tradiciones religiosas y laicas.
Finalizando la conversación con los fieles y ya habiendo visto a sus hijos, Babá-Egun parte, la fiesta termina y la puerta principal se abre: el día ya amaneció. Babá partió, pero continuará protegiendo y bendiciendo a los que fueron a verlo.
Esta es una breve descripción de Egúngun, de una fiesta y de su sociedad, no detallada, pero suficiente para un primer y simple contacto con este importante lado de la religión.
Y también para
comprender la muerte y la vida a través de los ancestros veneradas en esas comunidades de Itaparica, como un reflejo de la sobrevivencia directa, cultural y religiosa de los yorubas de Nigeria.






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jueves, 11 de junio de 2009

Yemoja, Olókun y Fermina Gómez

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clip_image004Fermina Gómez.
Los jubileos de Olókun en la casa de Fermina Gómez duraban entre el 18 y el 24 de septiembre de cada año, constituyendo una fiesta sumamente costosa pues había que sacrificar a cada Òrìsà su animal preferido y las ofrendas propias de la diosa azul debían entregarse en el mismo océano.
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Sin embargo, para algunos como Ferminita y sus más íntimos ahijados, todo el año era una fiesta, o al menos, el tiempo para la preparación del festejo. Para otros empezaba en los primeros días de enero. Siete prestigiosos Babaláwos e Ìyá l'òrìsàs dedicados a los cultos propios de los Òrìsàs: Esú, Ògún, Obàtálá, Sàngó y Òsun eran invitados, lo cual siempre constituía un altísimo honor y era motivo de gran satisfacción para los designados.
Otros siete, cuyas identidades nunca se revelaban, bajo pena de los más terribles castigos, eran convocados por Olókun para acompañarla por los caminos que vienen de la muerte a la vida y van de la vida a la muerte. Privilegio que para las personas de esta fe tiene el apreciable significado de la amistad de Olókun , con los beneficios que ello entraña.
También implica un riesgo, para uno de los siete secretos elegidos, pues antes de cumplirse un año de finalizada la fiesta, estaría frente a Olókun en la llamada “puerta de plata” que conduce al alem, para llevarle un mensaje a su príncipe guerrero y ella quedaría de nuevo esperando respuesta, pero ese mensajero nunca volvería al ayé o mundo de los vivos.
clip_image003De acuerdo a los testimonios de Eusebio Torriente- el sobrino de Ferminita-, Miguel Arsina- quien fuera el tocador principal de los tambores de Olókun en dicho templo- y Rolando Cartaza, quien como nieto de Remigio Herrera Addé Chiná se vio impedido en muchas ocasiones a presenciar dichas ceremonias,.
"El día 20 antes del amanecer, los pertenecientes al culto de Òsányìn partían en busca de las yerbas sagradas, mientras temprano en la mañana, coincidiendo con la salida del sol y luego de los cantos y rezos para Olókun siete Babaláwos iniciaban la matanza de los animales ofrendados a los Òrìsàs.
La sangre bañaba copiosamente los sagrados “ota” o piedras de fundamento pertenecientes a cada uno de los Òrìsàs que Ferminita tenía asentados en su casa, los de sus principales ahijados y los de otros santeros y santeras convocados al festival.
El día 21 era para el protocolo, pues se enviaban mensajes acompañados de los derechos u ofrendas (animales o dinero) para levantar o invitar a la ceremonia del océano y su gran festejo. Esa noche se dejaba preparado el altar público o trono de Olókun en la sala de la casa.
La mañana del 23 daba inicio con una febril actividad de las mujeres, unas preparando las comidas que serían llevadas al océano. Otras acondicionando la casa, mientras los tocadores y en especial el tamborero mayor ofrendaban un gallo colorado a Sàngó para que permitiera el lujo de otorgar voz a los atabales.
clip_image002No faltaban otros ahijados de Ferminita encargados de atender a los nutridos forasteros que en esa mañana iban arribando a la casa de Velarde desde distintos lugares de la provincia y de otros puntos de la Isla como Placetas, Abreu, Santiago de las Vegas, Bejucal, Canasí y por supuesto, la propia capital. Pero desde 1950 también fueron asiduos visitantes de República Dominicana, Puerto Rico y Bahía de Todos los Santos en Brasil. El promedio de participantes en las últimas siete festividades realizadas por Ferminita nunca fue menor a las 500 personas.
Ahijados de Ferminita dedicados a estiba en el puerto eran los encargados de coordinar con el gremio portuario los pormenores de la procesión acuática, realizada en las lanchas que entonces usaban los braceros para ir a descargar los buques surtos en la bahía. Dichas naves eran adornadas con telas y cadenas de papel en colores azul y blanco.
A las 5 de la tarde del 23 de septiembre las naves partían desde el pequeño muelle cercano a la casa , al final de la calle Milanés.
En la primera iba Ferminita acompañada de sus principales ahijados e invitados, donde nunca falto algún político de la época, artistas como Celia Cruz o José Orefiche, así como grandes rumberos de la talla de Hortensio Alfonso o de Esteban Lantrí, cabeza e importantes cabildos cual Mario Reyes del Espíritu Santo de los Arará; los ológbónes de Uriabón, las Ìyá l'òrìsàs del Iyessá Moddú San Juan Bautista y hasta el propio ewé Babaláwo Marcos Portillos Domínguez de Pedro Betancourt .
clip_image008Al llegar a la altura de Maya ponían rumbo hacia el estrecho de la Florida y llegados a la franja azul del océano Fermina comenzaba los rezos para su Olókun mientras los ayudantes iban entregado las ofrendas al mar. Allí mismo y desde todas las naves, se cantaba un orú en honor a la dueña del mar profundo, al son de los sacrosantos tambores batá, esos mismos que el 4 de diciembre de 1872 Addé China- Remigio Herrera- hizo sonar por vez primera en Cuba, allí en la esquina de Manzaneda y Daoiz, en su cabildo Santa Bárbara de nación lucumí, a menos de 200 metros de la casa donde luego viviría Fermina Gómez.
clip_image005Ruinas del cabildo lucumí Santa Bárbara donde Remigio Herrera recreo e hizo sonar por vez primera los tambores bàtá en Cuba.
Pero el 24 era sin dudas el gran día. Al amanecer hacía el Egún o Egúngun rito luctuoso en honor a los antepasados de la familia. Un gran almuerzo coronaba la mañana, como dejando todo preparado para la liturgia vespertina.
A las seis de la tarde Miguel Arsina llevaba los tambores bàtá al pie del trono de Olókun para dar comienzo al òrò seco, como llaman los matanceros al òrò del igbódù. Entonces comenzaba un desfile de todos los presentes para saludar el sitial del océano. Flexionando el torso tocaban el suelo con la punta de los dedos índice y medio de la mano derecha y luego se los llevan a la boca besándolos y diciendo ¡Oh mío Yemayá!
Seguían al filo de las 7 y media de la tarde un receso para comer y ya a las ocho y media en el igbódù daba inicio un òrò mixto de toques y cantos, pero sin bailar. Concluida esta parte y pasadas las nueve y media, los tambores se trasladaban para el patio, para dar comienzo al la liturgia última y principal.
clip_image001Un coro de Ìyá l'òrìsàs vestidas con ropas blancas y azules ocupaba el centro. Luego del saludo de los bàtá , se daba comienzo el òrò público. Poco a poco iban surgiendo los Òrìsà al ser invocados, aquellos santeros y santeras convocados desde el mes de enero anterior, con la excepción del Babaláwo seleccionado y los llamados para los misterios secretos.
Próximo a las once de la noche los posesos eran llevados a una habitación en el fondo de la casa. Tal era como una señal para que los no iniciados y las mujeres grávidas abandonaran la mansión. La puerta de la calle era cerrada y empezaba el momento esperado todo el año.
Del último cuarto Miguel Arsina cambiaba los tambores bàtá por las profundas olas del océano, los cueros azules, mucho más grave que cualquier otro tambor que haya sonado en Cuba. Uno a uno, los posesos convocados iban saliendo del fondo de la casa hacia la sala y cada cual era acompañado por un enmascarado de careta y túnica blanca. clip_image007
Seguían un orden estricto, Esù, Ògún, Sàngó, Òsun, un Babaláwo en representación de Òrúnmìlà, y Obàtálá. Cuando el padre de todos los orishas llegaba al centro de la sala, regresaba sobre sus pasos, para buscar al enmascarado azul a quien todos llaman Olókun .
Vestía una máscara blanca y una túnica múltiple de tela y encajes azules oscuros, sus manos y pies también iban cubiertos por guantes y medias de idéntico color. Nada de su piel podía ser visto.
Bailaban un buen rato al son de los himnos de Olókun . Este bailando ponía sus manos sobre los grandes tambores, sobre las cabezas de los tocadores y de los concurrentes, uno a uno. Luego desaparecía del mismo modo que se había presentado y tras él el resto de los encaretados y luego los otros procesos.
Los tambores del océano eran devueltos al cuarto del misterio. Al ponerlos en una esquina cada tocador daba un tenue golpecito sobre su correspondiente cuero, como indicando que en un año volvería a tronar, como pidiendo a Oloddùmaré que les permitiera vivir para poder de nuevo tener el placer de sentir las voces del océano entre sus manos. Terminado el tiempo de los mitos perpetuos, “la realidad imponía las miserias de lo cotidiano"






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Nuestro correo de contacto es: orisasvenezuela@gmail.com
Información y notas de obtenida de:
Dioses Yorubas. Lagos University Press. Lagos 1981. Pág. 63. 2.- Ídem.
Nota: Este trabajo es un fragmento del capítulo Décimo Séptimo del libro Los Dioses Negros de Israel Moliner Castañeda.

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sábado, 6 de junio de 2009

El Error de rayarse en Palo Monte antes de consagrarse en Osha o realizarse la consagración como Awo Orisa

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nganga
El verdadero Egúngun son los ancestros.
He escuchado insistentemente en los últimos tiempos, lo siguiente: "hay que rayarse en palo antes de hacer santo", o esto otro, "me dijeron que tengo que rayarme antes de coronarme en Osha". Estas expresiones, como muchas otras parecidas, pueden entenderse como un indicador de que rayarse en palo, o mejor dicho, iniciarse en el Palo Monte, es un paso obligatorio antes de consagrarse con el Òrìsà tutelar, lo cual es un grave error.
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Considero que este tema hay que aclararlo porque muchas personas están sufriendo las consecuencias de mezclar el Palo Monte con la religión de los Orisas, viéndose influenciada negativamente su evolución espiritual.
Con esto no digo que el Palo Monte sea negativo, simplemente aclaro que no se pueden endosar forzosamente espíritus congós a las personas, usando como justificación la costumbre de atender a los espíritus, tal como lo dice una de las reglas de la práctica Òrìsà. En efecto, una de las costumbres más importantes en la tradición religiosa yoruba, incluyendo en su vertiente afrocubana, dice que hay que atender a los espíritus antes de hacer cualquier ritual, pero hay que aclarar que esto se refiere a los ancestros (Egúngun), que no son otra cosa que los espíritus de nuestros antepasados familiares e incluso aquellos que originaron nuestra étnia.
Esta costumbre se basa en la filosofía de agradecerles el hecho de que existimos, y por ello es importante tenerlos presentes y hacerlos partícipe del proceso religioso que desarrollamos.
Es obvio que en Cuba, debido a la trata de esclavos y la mezcla de diversos pueblos africanos, se generó la fusión de algunas costumbres, incluyendo las religiosas, y por ello la presencia del Palo Monte está enraizada en algunas personas que fueron iniciadas en la religión de los Orisas por personas que también fueron consagradas tanto en los Orisas como en el Palo Monte. Esa es la razón por la cual en algunas casas religiosas se acostumbra a rayar a las personas en Palo en lugar de hacerles una investigación imparcial para determinar quiénes son sus verdaderos espíritus guías, además de la carencia de información respecto a la necesidad de rendir tributo principalmente a sus familiares difuntos.
Otro aspecto que no se toma en cuenta en este tema, es que en estas latitudes no se practica el Palo Monte como realmente lo practican las sociedades africanas, donde lo correcto es ritualizar a familiares muertos, costumbre que se fundamenta en la creencia de que siguen siendo parte de la familia. Contrario a esto, acá se profanan tumbas, se sacan restos humanos de las fosas mortuorias y se crean "fundamentos" con huesos.
Los practicantes africanos desconocen estos métodos y aclaran que, más allá de parecerse a sus costumbres, parece una práctica de brujos oscuros, ya que ellos no usan huesos de muertos desconocidos sino semillas, palos y otros elementos de la naturaleza.
Viéndolo en forma objetiva, los Yorubá y los Congos presentanegungun_1 marcadas diferencias culturales, espirituales y étnicas, de hecho fueron enemigos naturales en algunas épocas, así que no se deben mezclar sus aspectos filosóficos-religiosos, induciendo a los practicantes de la religión Òrìsà a pasar por rituales que harán que la presencia forzosa de espíritus congos, o de extraños sacados del cementerio, sustituya la presencia de ancestros personales, los cuales son los que deben ser ritualizados por cualquier persona; esto último es lo correcto. Si lo analizamos un poco, tanto los Yorubá como los Congos siempre han acostumbrado a rendir tributo a sus ancestros, y esa es la línea que hay que seguir.
Si una persona tiene una vocación natural de seguir a los espíritus congos y se identifica con la práctica del Palo Monte, entonces si hay una justificación real para "rayar en Palo" a la persona, porque quizás tiene una misión que cumplir con este tipo de espíritu o de práctica, por lo tanto se podría llevar a cabo una consagración de este tipo antes del Kari Osha, pero si no es así, hay que orientar a la persona a que atienda a sus familiares difuntos para que así cumpla con estos y poder entonces ser consagrado en la religión de los Orisas con la bendición de sus ancestros.






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